
La curación de la tuberculosis es un camino largo y lleno de obstáculos. Son muchos los enfermos en países en vías de desarrollo. Un enfermo de Tuberculosis primero tiene que ser diagnosticado, algo que solo le sucede a uno de cada tres en la variante más agresiva de la enfermedad. El siguiente paso es conseguir las medicinas: son caras y solo uno de cada cinco accede a las adecuadas. Y, aun siendo uno de los afortunados que lo logra, todavía queda un escollo muy duro que muchos no superan: recibir el tratamiento. Dos años de potentes medicinas que dejan fuertes secuelas en los pacientes, algo que resulta en que muchos lo abandonen antes de finalizarlo y no lleguen a curarse, se les complique la enfermedad o incluso mueran. La ONG FHI 360 está probando con un enfoque distinto, quizás no generalizable a todos los países donde se expande la epidemia, pero que puede servir de guía para el futuro: las redes sociales y las aplicaciones de móviles. En China, a través de la red social QQ, una de las más populares en el país, un grupo de pacientes creo el grupo 57 Zone, que es una comunidad de enfermos que se informan entre sí y se ayudan a seguir adelante con el duro tratamiento, cuyos efectos secundarios incluyen psicosis, sordera y náuseas constantes. Todo aderezado con dolorosas inyecciones durante ocho meses. La doctora Anh L. Innes, responsable del proyecto de control y prevención de la Tuberculosis de FHI 360, detalla las valiosas lecciones que están sacando de esta iniciativa: “En China los médicos dan poca información al paciente. Se limitan a prescribir los fármacos sin más explicación. El enfermo no suele preguntar nada, así que se generan muchas dudas, que sin la ayuda de la comunidad, nunca se resolverán. En QQ la gente pregunta mucho sobre efectos secundarios. Pero hay consultas de todo tipo, desde muy prácticas, como recomendaciones de doctores, hasta logísticas o más generales sobre la dolencia”, explica Innes. Fuente: Elpais.