2020 marca un nuevo capítulo en la historia de la telesalud. La pandemia de COVID-19 ha acelerado la adopción de la atención remota habilitada por tecnología. Para los sistemas de salud de GCC, este cambio está abriendo una valiosa oportunidad para mejorar el acceso a los servicios de telesalud para todos y para reducir el costo de la atención en el camino.
La telesalud no es nada nuevo. Derivado de la palabra griega para «lejos», la telesalud ha existido desde la invención del teléfono. Desde entonces, se han inventado y registrado miles de soluciones innovadoras de atención remota habilitadas por tecnología en todo el mundo, los sistemas nacionales de salud y los grandes proveedores comenzaron a desarrollar estrategias digitales específicas a principios de la década de 2000. Este cambio estratégico hacia enfoques de telesalud, lo que hizo que los proveedores trasladaran del 5 al 10 por ciento de sus consultas a plataformas virtuales. Los primeros en adoptar rápidamente reconocieron los beneficios de las soluciones de telesalud: una mejora inmediata en el acceso de los pacientes, particularmente en las áreas rurales; una carga reducida para los hospitales; y una mayor cooperación multidisciplinar entre los profesionales sanitarios a distancia.
Sin embargo, hasta 2020, la velocidad de adopción de la tecnología se vio frenada por varios factores, como el lento desarrollo de soluciones de reembolso y la falta de investigación sobre la seguridad y eficacia de las intervenciones de telesalud. La aceptación se vio limitada por la lenta adopción de los proveedores, el incipiente marco regulatorio y por la importante inversión necesaria para que las soluciones de telesalud funcionen. Además, los propios pacientes aún no estaban familiarizados con la telesalud y muchos carecían del acceso a la infraestructura necesaria para respaldarla. Ahora, 2020 marca un punto de inflexión crítico para la industria de la teleasistencia. A medida que la pandemia de COVID-19 se ha extendido por todo el mundo, la telesalud ha pasado a primer plano como una solución intuitiva para la atención ambulatoria. Los proveedores, los pagadores y los reguladores se han unido para aumentar la capacidad, ampliar la gama de servicios que ofrecen y entregarlos a la población. Muchos proveedores incluso han establecido vías de tratamiento completamente remotas para afecciones crónicas, que cubren todo el proceso de atención médica, desde la teleconsulta hasta las visitas domiciliarias de un flebotomista, la prescripción electrónica, la entrega de medicamentos a domicilio y las intervenciones de atención domiciliaria.
Los beneficios y riesgos de la telesalud
Los sistemas de atención médica de todo el mundo están trabajando arduamente para mejorar el acceso a una atención de alta calidad para todos, sin importar dónde vivan. La telesalud tiene un potencial incomparable para cumplir con este objetivo: un paciente con un teléfono inteligente puede acceder al especialista adecuado en el momento adecuado. Mediante el uso de las últimas soluciones habilitadas digitalmente, los proveedores pueden crear vías de tratamiento remotas para todas las afecciones importantes, admitiendo al paciente en instalaciones de atención médica solo para intervenciones hospitalarias, como cirugía o diagnósticos complejos. Otro beneficio clave de la telesalud es su potencial para reducir los costos generales de atención al permitir el diagnóstico y la prevención temprana; alta más rápida de los pacientes, ya que pueden recibir su atención continua en el hogar, por ejemplo, fisioterapia a distancia; y una mejor utilización de los especialistas. Pero ampliar las soluciones de telesalud con demasiada rapidez puede representar un riesgo tangible si no está respaldado por una evaluación adecuada de los resultados y la creación de vías de telesalud de atención basadas en la evidencia. Sin estudios clínicos sólidos, no podemos saber con certeza si las intervenciones remotas son seguras y de la misma calidad que las presenciales. La eficacia de las vías tradicionales está respaldada por décadas de investigación, pero cuando se trata de telesalud, esa evidencia apenas está comenzando a surgir. En 2020, el aumento forzoso de la atención médica remota durante la pandemia de COVID-19 cambiará ese equilibrio. Otro riesgo importante proviene del lado del paciente: después de todo, el esfuerzo significativo invertido en la implementación de los servicios de telesalud se desperdiciaría si los pacientes no tuvieran confianza en su seguridad o no tuvieran acceso a los dispositivos y herramientas adecuados para usar esos servicios en primer lugar. Y esto pondría en peligro la adherencia a los regímenes de tratamiento, poniendo en peligro los resultados exitosos. Fuente: OmniaHealth.